jueves, 21 de febrero de 2013

COLUMNA


Tan oportuna como la renuncia del Papa

EL POZO DE LOS DESEOS REPRIMIDOSÁlvaro Cueva



Como que algo está pasando en el mundo porque Benedicto XVI anuncia que va a renunciar y ¡sopas!, la tele se llena de contenidos o muy papales o muy antipapales.
Para mí, la verdad, no es nota que aparezca un puñado de especialistas justificando al señor y casi, casi, felicitándolo por ser tan noble, tan sabio y tan humilde.
¿Por qué no me funciona? Porqué eso no es periodístico, es propagandístico, publicitario, predecible, de flojera.
A mí me interesa lo otro, la parte crítica, la que cuestiona, la que consigue documentos, la que proporciona argumentos.
Y tampoco me interesa por un afán destructivo, me interesa porque, como bien dicen los religiosos (y en México, los universitarios), la verdad nos hará libres, y en este caso servirá para mejorar a la Iglesia.
Por eso me urge que ya se estrene en nuestro país Mea culpa, un documental de HBO verdaderamente magistral que ya se transmitió en Estados Unidos y que va a poner a temblar a más de una autoridad eclesiástica y a más de un fiel.
Es la más clara demostración de por qué hay que tener televisión premium, de por qué hay que tener HBO, una joya por donde quiera que se le mire.
Pero mientras llega, ¿qué me dice de lo que está pasando en Proyecto 40?
¿Qué? Qué hoy, a las 22:30, por esa señal, se va a estrenar Los Borgia.
¿Y? ¿Por qué tendría que ser importante este hecho si, finalmente, ya hemos visto esa serie en los cables y en las antenas directas al hogar, y hasta la hemos comprado en DVD.
Porque es un acontecimiento que una obra tan severa se vaya a presentar en televisión abierta nacional y más si consideramos el momento histórico, político, papal por el que estamos pasando.
Que cualquier persona vaya a poder sintonizar Los Borgia significa que cualquier persona se vaya poder enterar de algunas de las peores barbaridades que han pasado alrededor del trono de San Pedro.
Es un momento magnífico de reflexión y entretenimiento porque, además, Los Borgia es una obra muy entretenida, muy emocionante, muy sensual.
En el remoto caso de que usted no la conozca, haga de cuenta que es un espectáculo erótico, político y telenovelero en el mejor estilo de The Tudors, pero con católicos, lo cual es mucho más impresionante.
No es lo mismo que te hablen de sexo y de corrupción en un universo tan poco común en nuestro país o tan lejano para la mayoría de las personas como el protestante, a que lo hagan con algo que tienes tan a la mano, que llevas tan en la sangre y que puede llegar a ser tan contradictorio.
Cuando uno mira Los Borgia dice: ¿Adónde se fueron los votos de castidad? ¿Pues no que los sacerdotes no podían tener hijos? ¿Y la humildad? ¿Y la pobreza? ¿A poco en esas santas esferas hay crimen?
Por sí todo lo que le acabó de decir de Los Borgia no fuera suficiente como para sintonizarla, su reparto está encabezado por el mismísimo Jeremy Irons, una de las leyendas más admiradas de la industria cinematográfica.
Cuando usted lo mire interpretando a ese papa, se le van a mover muchas cosas, pero cuando lo mire interpretando a ese papa en la cama con una mujer casada, se le va a mover hasta lo que no.
¿Ahora entiende la importancia de lo que va a ocurrir esta noche? Es un acto de libertad editorial maravilloso, una muestra de congruencia entre toda la audacia que Proyecto 40 ha pregonado desde su nacimiento y lo que sucede en su pantalla, un motivo de orgullo justo ahora que los canales abiertos inteligentes están tan de capa caída.
Luche con todas sus fuerzas por ver o por volver a ver Los Borgia, sin pagar un solo centavo, hoy a las 22:30 por Proyecto 40. Le va a fascinar tanto como a mí.
Y ya que ando en Proyecto 40, quisiera aprovechar para hacerle otras recomendaciones.
Casualmente hoy, media hora antes de Los Borgia, estos señores van a estrenar El precio de la historia, uno de los programas más populares de los diferentes sistemas de televisión de paga que tenemos en nuestro país.
Y mañana, a las 22:00, van a presentar, Los restauradores, otro cañonazo.
Como usted sabe, El precio de la historia es una joyita porque, con el pretexto de que estamos viendo el reality show de una casa de empeño especializada en antigüedad, tomamos una clase de historia.
Los restauradores va más o menos en ese mismo sentido. Al mismo tiempo que vemos cómo algunas de las peores chatarras que usted se pueda imaginar se transforman en objetos valiosísimos, aprendemos de lo que sucedía en el pasado y de su relación con el presente.
Lo importante, insisto, es que ahora estamos hablando de televisión abierta y de algo que yo no veía desde hace mucho tiempo: olfato, olfato para detectar el momento justo para ofrecer las cosas y pocas decisiones pueden ser más afortunadas que presentar estos programas justo en este momento de nostalgia, Iglesia y reflexión.
¿O me equivoco?

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